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COMUNA DE TIMBÚES

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martes, 29 de julio de 2014

El padre Grassi desviaba donaciones de su fundación al penal.

Así lo reveló un informe del programa que conduce Jorge Lanata. Las maniobras fueron registradas por una cámara oculta. Además se comprobó que el cura cuenta en la cárcel con celulares, televisor, computadora, baño privado y otros privilegios.

El padre Grassi está detenido desde septiembre de 2013.

El padre Julio César Grassi está detenido desde septiembre de 2013 en la Unidad Penitenciaria de Campana por abuso de menores. Este domingo por la noche una investigación en el programa del periodista Jorge Lanata, Periodismo Para Todos (PPT), arrojó que desde la cárcel, el sacerdote desviaba donaciones que iban dirigidos para la Fundación Felices Los Niños al sistema penitenciario para favorecer a presos.

Juan Manuel Casolati, director de la Fundación desde que Grassi fue detenido fue quien percibió y denunció las maniobras que el cura coordinaba desde la propia cárcel.

"Descubrí que entraban muchísimas donaciones a la Fundación y así como entraban se iban a la cárcel", expresó el denunciante.

"Muchas de las donaciones llegan directamente a La Blanquita, la quinta en la que vivía Grassi y que aún sigue alquilando. Desde allí, que es el centro de operaciones, se desvían los donaciones a la cárcel de Campana", aseguró Casolati, quien detalló que “ingresan a la Fundación, retiran de la despensa alimentos y van a la cárcel. En otros casos, el Hogar compra alimentos en algún supermercado o reciben donaciones y van directamente al penal".

Las cámaras en el informe del programa que conduce Jorge Lanata registraron el momento en el que las donaciones salen desde la Fundación y terminan en el servicio penitenciario de Campana. Además, a través de una cámara oculta, se mostraron imágenes de los privilegios que Grassi tiene en el penal.

Según reveló el informe, Grassi cuenta con varios celulares, un televisor en su habitación, una computadora y baño privado.  

Según informó Clarín, la Fundación que Grassi fundó en Hurlingham en los 90, sigue funcionando. Hoy viven ahí 54 chicos de entre 3 y 18 años. Son huérfanos, llegan desde hogares violentos y con graves problemas económicos. Pese a la causa judicial que condenó a Grassi, Felices Los Niños nunca dejó de recibir donaciones.

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