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COMUNA DE TIMBÚES

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miércoles, 5 de agosto de 2015

El Gobierno intenta evitar los coletazos de la pelea

El gobierno de Cristina Kirchner comenzó ayer a intentar un freno definitivo en la pelea encarnizada entre los precandidatos a gobernador bonaerense del Frente para la Victoria (FPV), Aníbal Fernández y Julián Domínguez, porque teme que el escándalo enrarezca el final de la campaña, genere violencia y denuncias de fraude durante las primarias del domingo próximo y desate un clima irrespirable en el PJ, luego de los comicios, con denuncias cruzadas.
"Nada de esto ayudaría a la fórmula presidencial, encabezada por Daniel Scioli, por eso Cristina ordenó al candidato a vicepresidente, Carlos Zannini, que llame a Aníbal y Julián para que dejen de complicar todo", contó a LA NACION un funcionario.
"Lo que ocurra después del 9 preocupa. Los coletazos del conflicto y sus heridos. Imaginate si gana Julián y Aníbal lo acusa de fraude y de montar la operación de Lanata", comentaron en la Casa Rosada.
Domínguez y Fernández quedaron enfrentados por la competencia electoral y por denuncias vinculadas al narcotráfico. La pelea se agudizó tras el programa televisivo Periodismo para todos (PPT), del periodista Jorge Lanata, que difundió un informe que le atribuyó al jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, supuestos vínculos con el tráfico de efedrina, de drogas y con el triple crimen de General Rodríguez, de 2008.
Luego, Fernández acusó a Domínguez y a su candidato a vicegobernador, Fernando Espinoza, por la difusión de ese informe. Las mayores sospechas son de Espinoza, a quien Aníbal acusó de "transar" con narcos.
En Balcarce 50, creen que la pelea "provocó un daño" electoral que se traduciría en un estancamiento de Scioli con miras a las primarias del domingo próximo. "Scioli no está creciendo", dijo un funcionario.
En Balcarce 50, creen que la pelea "provocó un daño" electoral que se traduciría en un estancamiento de Scioli con miras a las primarias del domingo próximo. "Scioli no está creciendo", dijo un funcionario.
La Presidenta teme distintos escenarios preocupantes: un triunfo de Aníbal Fernández dejaría en el FPV un candidato a gobernador vulnerable a denuncias de la oposición y a lo que ella considera "operaciones de prensa orquestadas por el Grupo Clarín".
Pero una victoria de Domínguez abriría una disputa peor dentro del peronismo porque Fernández denunciaría que fue víctima de un fraude y de operaciones de difamación de sus competidores.
Un alto funcionario comentó ayer que Aníbal aún tiene vínculos con las fuerzas federales de seguridad, pero está enfrentado desde siempre con el ministro de Seguridad bonaerense y ex intendente de Ezeiza, Alejandro Granados, jefe de la policía bonaerense, que respalda a Domínguez, como la mayoría de los intendentes. "Hay que bajar la presión del conflicto mañana mismo. Y procurar que el domingo de elecciones no haya un segundo round en las urnas. La competencia será a muerte. Podría haber denuncias de fraude y sería un escándalo", dijo un allegado a la jefa del Estado.
Sobrevuelan los fantasmas de los históricos enfrentamientos en el peronismo bonaerense con violencia de ambos bandos. "Ésta era una semana en la que Scioli debía convocar a los independientes, cosa que hizo en diversos discursos. Pero todo esto asusta y neutraliza esta estrategia", dijeron otras fuentes oficiales.
"Hay que tratar de que el conflicto no afecte la imagen de la fórmula", dijo un ministro a LA NACION. En el peronismo alentaban ayer a algunos gobernadores para salir a respaldar a Scioli en medio del escándalo.
Cristina Kirchner le ordenó a Carlos Zannini que llamara a Domínguez y Fernández para que depusieran la tensión. Scioli también lo hizo y decidió no asistir al acto de cierre de ninguno de ellos, en "señal de rechazo a esa agresividad" de campaña.
"Esto no ayuda y nos puede quitar un par de puntos", dicen en la Casa Rosada. En el sciolismo son más optimistas: "En campaña la gente no cree en estas denuncias". Pero algunos sectores del peronismo dicen que a dos días del cierre de la campaña no hay forma de revertir el daño, si lo hubo.
También en el Gobierno había ayer fastidio con el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo. Si éste hubiera aceptado ser candidato único a gobernador se habría evitado el enfrentamiento. "La idea de hacer competir a Domínguez y Fernández buscaba movilizar al peronismo, no hacer un escándalo", se lamentó un ministro.

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