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COMUNA DE TIMBÚES

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jueves, 16 de mayo de 2013

Prostitución de menores: revelador testimonio de una chica rescatada

Si bien algunos responsables fueron detenidos, otros supuestos proxenetas nombrados en el expediente jamás fueron citados a declarar.

Un oscuro entranmado detrás de la oferta sexual que involucra a menores.

Una chica en ropa interior muestra su cuerpo de 14 años al dueño del prostíbulo. El hombre asiente con la cabeza, pide copia del DNI y al día siguiente, M. empieza a trabajar por 600 pesos diarios. Así fue el debut. La ciudad le muestra sus garras de manera brutal. Explotación, pobreza y abandono. Hombres que por 250 pesos le enseñan a la adolescente que la vida no tendrá compasión con ella. Después de sobreactuados operativos policiales con allanamientos a prostíbulos céntricos (con responsables y chicas detenidas) el testimonio de M., una joven que hoy ya tiene 17 años y 3 de experiencia en burdeles, logró develar un entramado donde la facilitación de menores para la prostitución se enreda con mentiras, contradicciones, complicidad de policías y una sospechada manipulación de testimonios para favorecer a algunos proxenetas.
En la declaración testimonial M., luego de ser detenida (el pasado 19 de octubre en un burdel ubicado en San Luis 818), le contó a tres integrantes de la Dirección de Trata de Personas en Rosario la historia de su vida.
Esto, junto a las pruebas recolectadas en el allanamiento a uno de los prostíbulos, permitió detener a varias personas. Sin embargo, para algunos involucrados en la causa los investigadores fueron imparciales: “Hay gente aludida a la que jamás se la llamó ni siquiera a declarar”, confiaron.
“Tenia 15 años cuando empecé a buscar trabajo. Leí un aviso en el diario «Busco chicas con experiencia» y ofrecían mucho dinero por mes: 8.000 pesos. La dirección era Sarmiento entre Mendoza y San Juan. Llamé, me atendió un hombre y fui a verlo a un lugar que se llamaba Palacio Berlusconi”, dice la linealidad del texto declaratorio.
Del que surge que M. llegó al Palacio con su prima L.. Allí le piden que se levante la remera, y que muestre los pechos. El dueño da el ok junto a los primeros billetes. “Me dio unos 300 pesos para que empezara a trabajar con mi prima. Empezamos al día siguiente. Lo hicimos desde las 0 hasta las 8. Fue un día sabado del año 2010”, quedó graficado en la testimonial del 19 de octubre del año pasado.
“El dueño sabia que yo era menor, me pidió copia del DNI. Pero después me dijo que no podía estar más y me fui. Cuando me tomó tenía conocimiento de que yo era menor”, declaró.
Sin embargo, 12 días después, según consta en un acta audiencia de Cámara Gesell del 31 de octubre –en los Tribunales de Rosario–, su historia se modificó en al menos dos puntos llamativos. En la primera declaración ella mencionaba su debut prostibulario en el Palacio de Berlusconi –hoy sin funcionamiento tras la clausura dispuesta en marzo– con 15 años y reconocía que su madre sabía lo que hacía para ganar el dinero. Ambos detalles no fueron sostenidos después. Raramente.
El siguiente es parte del diálogo en Tribunales:
—¿Qué familiar sabe lo que hacés?—, le preguntan a M.
—Mi mamá sabe. No le gusta, pero como la ayudo con la economía de la casa ya no me dice nada.
En la Cámara Gesell, ante la médica forense Alicia Cadierno y la jueza Irma Bilotta, M. modificó detalles de lo que había afirmado en la Dirección de Trata. Dijo que comenzó a trabajar a los 14 años, “en mayo, antes de cumplir los 15”, pero en el burdel donde fue detenida ubicado en San Luis 818.
“Ganaba 800 pesos por dia. Tiraba la plata. Gastaba todo en ropa, zapatillas, alquiler y regalos para mis hermanos. Contribuía con la casa, iba al supermercado, llevaba cosas a casa, pero porque quería; nadie me obligaba. Nunca le di plata a mi mamá, le decía que la plata me la prestaba una amiga”.
Una noche en el Palacio
Según contó la menor en su primera declaración su lugar de trabajo tenía un living, sillas y mesas. “Una habitación transparente de vidrio en la que se hacen servicios sexuales mientras otros miran. En el living hacen shows eróticos en vivo. Ahí yo hacía servicios sexuales orales y vaginales por 350 pesos. Concurría gente famosa, jugadores de fútbol, políticos, gente de buen nivel económico”, le dijo a los profesionales.
Y sumó: “Los servicios se cobraban por adelantado y al finalizar nos daban el 50 por ciento de lo que hacíamos. El lugar tenia un guardia seguridad armado y vestido siempre de traje negro. Ahí trabajé varios meses. Cobraba los servicios por media hora 350 pesos (oral y vaginal). Despues me fui a Laprida y 9 de julio. Trabajé dos días. Hasta que el dueño me dijo que no podía ir mas”.
Así siguió el diálogo:
—¿Qué controles se hace para cuidar su salud?
—Una vez al año me hago el PAP, análisis de sangre, HIV, exudados…
—¿Utiliza alguna medida de protección para el cuidado de la salud?
—Siempre uso preservativos. Me los daban en el local.
—¿Quién llevaba el control de los “servicios” que usted hacía?
—Natalia, la encargada de todo (en San Luis 818)
Bulos protegidos
Natalia, la encargada, está ahora detenida. Según fuentes vinculadas a la causa, habría tenido intentos de suicidio y está acusada de facilitamiento de prostitución de menores. Mientras M. se ocupaba de lo suyo, Natalia hacía cuentas, cobraba, limpiaba, ordenaba el lugar.
Cuando la policía detiene a Natalia ella confesó que trabajaba por 80 pesos la noche y que solo era empleada. “El responsable es Pablo y el dueño es Maxi (hombre de ciudadanía peruana detenido). Pablo, que era el encargado, hablaba siempre con policías. Venían al local, le pedían dinero para dejarlo trabajar tranquilo. Supongo que el día que hicieron el allanamiento a él le habrán avisado”, dijo la mujer en la declaración indagatoria que formuló en el Juzgado de Instrucción de la décima Nominación.
—¿Cómo supone eso usted?
—Porque semanas antes vi actitudes raras. Siempre estaba conmigo, pero después empezó a distanciarse. El llevaba el control de todo, los clientes, la recaudación, todo.
Pablo, sin apellido en el expediente, aún está profugo.
“Me parece muy injusto esto”, dice Natalia. “Yo busqué trabajo como cualquier otra persona. Hay otras personas que están en libertad, como la mamá de M. que sabía lo que hacia su hija.
—¿No sabía que era menor?
—No, siempre pensé que era mayor. La chicas se arreglan y maquillan como personas grandes.
Lo que todos sabían
Exhibida en bombacha, corpiño y zapatos tacos altos, M. se enredaba con el deseo de hasta siete clientes por noche. Ahora vive con su tía en una casa de zona norte. La asistencia diaria de trabajadoras sociales de la Dirección de la Niñez intentaban devolverle algo de lo perdido en la oscuridad de las calles.
En su declaración testimonial en la Dirección de Trata, dejó en claro que en el burdel no había misterios sobre su edad.
—¿Quién dispone la tarifa?
—La tarifa se me comunica el primer día de trabajo.
—¿Qué cantidad de dinero obtiene con el trabajo?
—Unos 600 pesos por día, depende del trabajo que haya.
—¿En el prostíbulo sabían su edad?
—Sí, todos allí sabían que yo era menor de edad.

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