Mientras desde el Sindicato de Aceiteros mostraron su preocupación tras
la decisión tomada en Cargill y Vicentín, las empresas del sector
buscaron quitarle dramatismo a la situación.
Pero además dijo que por la falta de semillas, es posible que en el
corto plazo más plantas también sigan esa línea. Y todas las miradas se
pusieron en la planta de Cargill en Puerto San Martín, que es una de las
más viejas.
Entre las aceiteras y en realidad
no parece haber mucha preocupación y desdramatizan la situación. Es
más, en caso de que se paralice alguna planta hasta la cosecha próxima,
aseguran, no habrá ni despidos ni suspensiones siquiera.
En rigor, lo de Vicentín es más que nada una parada técnica, de las
que se suelen hacer periódicamente, en especial cuando se va a pasar de
moler girasol a soja, porque va a entrar ya el grano correspondiente.
Reguera también puso como otra de las razones que ante la mayor
demanda de semillas los productores cobran 5 dólares más la tonelada en
esta región que en cualquier otra parte del país.
Pero si bien es cierto que a las empresa los afecta la reducción en
la entrega de granos (los productores retienen, tanto a la búsqueda de
preservar sus activos como para conseguir mejores precios), pero no es
generalizado ni fijo el sobreprecio que los productores demandan por sus
granos.
En términos económicos, se da, entonces, una confluencia de factores:
por un lado ese comportamiento de los productores y por otro los costos
internos de producción, por distintos factores, se han incrementado.
Así, la tendencia de las empresas es a concentrar la molienda en las
plantas más grandes, con mejor eficiencia como para aminorar costos por
cantidad, considerando no la faltante de grano sino la estacional
reducción por todos esos factores concurrentes.
Según sostienen en las aceiteras, nada de eso implica paralizar la
producción sino, como digo, concentrarla en las plantas más eficientes.
Son ajustes de management para preservar el empleo, a la espera de que
la próxima cosecha posibilite una mayor utilización de la importante
capacidad instalada, la eficiencia y, después de todo, la competitividad
internacional.
Algo de este parate se dio el año pasado pero básicamente por la
mayor demanda de poroto de soja por China y la sequía que redujo la
cosecha esperada. Ni entonces ni ahora se prevén ni despidos ni
suspensiones.
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