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COMUNA DE TIMBÚES

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viernes, 28 de noviembre de 2014

Su rottweiler lo desconoció, lo atacó y perdió un brazo.

Fue en Neuquén. El perro le mordió la pierna primero y luego le saltó al brazo al que se le quedó prendido por más de 10 minutos.

Emilio Muñoz tiene 44 años y es administrador de empresas.

Uno de sus rottweilers, el mismo que compró y entrenó para protegerse de los ladrones lo desconoció una noche que regresó a su casa tras cenar con su novia. Por más de 10 minutos no le soltó el brazo izquierdo y al llegar al hospital se lo tuvieron que amputar. El perro ya había matado a dos personas dentro de la casa de Muñoz, una en 2011 y otra en 2012.

Emilio Muñoz vive en Neuquén, tiene 44 años y desde el sábado un brazo menos. Uno de sus rottweilers, el mismo que compró y entrenó para protegerse de los ladrones lo desconoció una noche que regresó a su casa tras cenar con su novia. Por 20 minutos no le soltó el brazo izquierdo y al llegar al hospital se lo tuvieron que amputar. El perro ya había matado a dos personas dentro de la casa de Muñoz, una en 2011 y otra en 2012.

Aún internado en el Castro Rendón, Emilio contó cómo fue el ataque, del que, reconoció, poco aún puede sacar en limpio. “No sabemos por qué me atacó”, dijo Muñoz que hasta ese momento sólo atesoraba tiernos recuerdos con su perro. Como cualquier otra mascota, cuando lo veía llegar –compartió– movía la cola en señal de alegría, y se tiraba al piso para los mimos de rigor. A veces, incluso compartían la cucha para una siesta o se tiraban a la pileta juntos. Otto y Pitu eran su familia.

“Ese día –recordó Emilio– salí a guardar el auto, como siempre los saludaba y les digo que voy a guardar el auto y entienden que tienen que ir a la cucha y esperar a que se cierre el portón”. Hasta ahí, todo iba como siempre, pero cuando Muñoz se bajó del auto y encaró a la casa, Otto saltó de la cucha y fue derecho a su pierna. Mordisqueó su muslo, lo derribó y se prendió a su brazo.

Pitu, mientras tanto, le lamía la cara, como si quisiera tranquilizarlo.

Su vecino, Luis, fue su salvador. El griterío había congregado a un puñado de otros vecinos pero ninguno se atrevía a tocar a Otto. Luis, que ya lo conocía –contó– lo agarró por el collar de ahorque y a una indicación de Emilio, lo mató. Para entonces, la policía y una ambulancia se había sumado a la escena.

Aunque dolido por la perdida de su brazo –afortunadamente, llamó la atención, se quedó sin el izquierdo y él es diestro– Emilio reconoció que también pena por su rott. Con su veterinario no descartaban que alguien lo haya drogado para resaltarle sus cualidades más agresivas y pensaban ahora analizar sus genes con una ncropsis y una camada de 9 cachorritos que hace poco tuvo con Pitu.

“Lamento las dos personas que murieron –una en mayo de 2011 y otra en febrero de 2012–, lamento no tener el brazo pero este es un debate amplio. Hacemos un debate sobre qué es peligroso y hay muchas cosas peligrosas. El ser humano también. A mi me tocó la desgracia”, reflexionó.

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